transitar entre días tan llenos de desorden y ruído en los que las relaciones personales trascendentes son un milagro no propio de años como éste resulta difícil. el exceso de objetos y pendientes casi por inercia se convierte en un muro y entonces el abismo frente al inevitable ciclo parece menos profundo: la realidad es que extraño y añoro tanto que ya mejor es ni tomar conciencia.
con equipaje sobrado, a medias y en la puerta; unos tenis nuevos y el rencor acumulado hacia la gran ciudad los días no hacen promesas claras fuera de la desconección y las ganas que sólo duelen. las listas y mi blog son la única necesidad realizable tras el primero de los festejos y los deseos no han cambiado desde hace días, por ahora se reducen a una relación -amistosa o no- de mutua y enfermiza necesidad, con suerte y pronto...
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