25.2.08

[ocho.nueve]

algunos puntos comentables:


1. nuevamente compruebo que hay días -casi siempre noches- en los que la infinita cantidad de variables coincide en el mismo vértice, y entonces la felicidad es absoluta e incomparable. en el mxbeat ni mi ropa, ni la música, ni las palabras pudieron haber sido mejores. posiblemente en febrero haya quedado anotada la mejor fiesta de mi dos mil ocho.


2. creo que empezamos a admitirlo, paul thomas, nunca has hecho ni harás una película como magnolia. there will be blood me parece muy poco criticable... y muy poco sorprendente, también.


3. nunca he sido precisamente devoto de los óscares, sin embargo, debo aceptar que no recuerdo haber quedado tan salisfecho como con esta última entrega. subrayo -excluyendo antes a cate blanchett- la opacidad femenina, el traje de daniel day lewis -no así el de la imagen de esta entrada- y la belleza de los hermanos ganadores. me quedo con unas enormes ganas de julian schanbel y con la posibilidad de revisar mañana mismo el musical dueño de la estatuilla en la categoría de mejor tema original.


4. el vacío que se acerca me provoca un miedo inmenso. mi única arma por ahora será el orden -¿cuándo he escuchado eso antes?-.

22.2.08

[ocho.ocho]

debo dormir. intentaré obedecer primero a mi apremiante necesidad narrativa.

siempre he querido ser maestro. la posibilidad ha sido, desde hace mucho, una puerta sagrada por la que en algún momento intentaría cruzar. ayer por la mañana recibí una llamada en la que se me informaba sobre una vacante como profesor de artes en una preparatoria de poco prestigio. sin mayor exaltación, agendé para hoy a primera hora, una cita en la que creí sería entrevistado para después tratar los pormenores de la oferta. con muy pocas horas de sueño, construí de mi aspecto el de un profesor impecable -los zapatos con filo de charol estaban incluidos- y acudí al encuentro. la ubicación y las instalaciones no resultaron una promesa, mucho menos el contacto con mi primer superior -una especie de prefecto/pseudocoordinador académico de uñas mordidas y sucias, corbata innecesria y prominente barriga-. la entrevista se limitó a enumerar las materias, subrayar la enorme necesidad de un maestro -el curso tiene ya casi dos semanas de iniciado-, depositar una confianza ciega en mi inexperiencia, postergar para mañana la entrega de programas, métodos y horarios; y notificarme que dentro de poco menos de dos horas tendría mi primer sesión con los alumnos del útimo nivel.

con una extraña combinación entre el miedo y una especie de seguridad afianzada por el contraste acudí al primero de los gurpos, de más está decir que los alumnos eran una enorme masa de salvajes, en su mayoría de dientes contaminados. mis intentos por plantear el curso como una aproximación más personal y contemporánea con las manifestaciones artísticas venían acompañados cada vez de más gritos... el punto es obvio y poco importante: con la agudización de mi angustia iba comprobando que no estaba dispuesto a hacer de mi cotidianidad una constante lucha contra miles de desagradables voces no aceptadas en instituciones menos despreciables.

he aquí el giro de tuerca, el elemento fílmico de una mañana tan poco afortunada como ésta: muy cerca de dar por terminada la primer sesión, un último alumno se introdujo al aula. uno que estaba muy lejos de ser relacionado con el resto de su grupo, uno pequeño, de voz contenida y prendas coordinadas racionalmente. el alumno al que jotch hubiera querido siempre darle clases.

al cabo de muy poco tiempo, la clase concluyó y yo me descubrí fuera del aula sin el menor de los intentos por aproximarme. el plano siguiente: un profesor de sonrisa amable y poco honesta, sentado en la banca menos vulnerable del patio escolar recibía la visita de su alumno retardado. una hora de palabras, la mutua devoción por los zapatos a la par de la inconformidad por el entorno y es así que mi fallido intento de convertirme en docente me ha dejado, al menos, lo que se acumula como una escena sugestiva, entrañable, propia y única en la memoria -las historias de amor siempre han sido cortas-.

otro día los alumnos serán menos escandalosos. otro día mi temperamento será menos insuficiente-.

9.2.08

[ocho.siete]


obedeciendo al orden jerárquico y de acuerdo a la naturaleza especial de un viernes, ayer fui al cine. el amor a los hermanos coen ha vuelto a habitarme*; la narrativa de no country for old men es magistral y placentera, javier bardem es una pieza inmejorable.



pocas cosas en la vida me devuelven tanto a mí mismo como un viernes de pelo nuevo, ropas impecables, cine sorprendente y solo, aipod y crisis emotiva.



*alguna vez leí que paul thomas andreson dijo "admitámoslo, nunca he hecho ni haré una película como magnolia"... en ese entonces mi mejor amiga y yo nos ecargamos de enlistar a qué directores podría aplicárseles una frase como ésta -el resultado era casi exorbitante-. supongo que para mis ojos, y a pesar del innegable talento, seguiré diciendo lo mismo a cerca de joel y ethan después de haber visto the man who wasn't there.

8.2.08


[ocho.seis]


el viernes se subraya por dos hechos de particular relevancia:


1. el corte de pelo más arriesgado en mis últimos tiempos -mi reino por un testimonio fotográfico-.


2. la cartelera local excedidísima en estrenos importantes, cuatro: la última entrega de los inconstantes hermanos coen, tim burton -la premisa de siempre- y dos de las candidatas favoritas hacia las próximas premiaciones, una producción académica y otra más de tintes pseudo-independientes.


la última semana de empleo al menos promete cine. con algo de suerte y una esperada llamada nos coloca en un futuro más de tres veces soñado...


-un nuevo guapo: james mcavoy, protagonista de atonement-

1.2.08


[ocho.cinco -juicio a priori-]


tras la decisión de abandonar el empleo y con dos quincenas de sueldo como único soporte de los días que vienen, ayer fui en búsqueda de lo que establecí como mi último lujo de asalariado. soy dueño ahora del más reciente hallazgo bibiográfico de mis ojos: cinema now.


debido a que la agenda de jueves por la noche no estaba vacía -la cita era con el rumano cristian mungiu para encontrarme con una forma mucho más disfrutable dentro de esa nueva ola de realismo en el cine europeo-, los contactos con la nueva adquisición se vieron resumidos a dos: una brevísima revisión de autores y obras seleccionados y el reordenamiento de mi habitación en el intento de encontrar el sitio más adecuado para mi nuevo libro.


tengo entonces -con base el primer contacto- algunos comentarios en contra de la valiosa edición -y dejo de un lado una considerable cantidad de mínimos desacuerdos-:


1. la selección fotográfica de la portada. no creo que volver de pedro almodóvar -penélope cruz en el mejor de sus personajes- sea merecedora de su posición como la imagen más representativa del cine contemporáneo -y reconozco la armonía en el emplazamiento y el diseño-. hubiera preferido el negro absoluto.


2. tom tykwer. me parece absolutaente equivocada la selección de el perfume como la única obra estudiada en el libro. es un hecho innegable que la poética de tykwer -y por ende su contribución al cine- logra su verdadera expresión en películas como en el cielo o la princesa y el guerrero, no el perfume.


3. las omisiones imperdonables. no puedo creer que en el listado de los directores más importantes de la época se hayan pasado por alto nombres como los de todd solondz, wes y paul thomas anderson -y menciono a estos tres por que no me he detenido tan minuciosamente como será necesario-. debo reconocer que aún queda una carta no descubierta: posiblemente exista un criterio de selección que justifique las decisiones y anule entonces el sentido de mi inconformidad. ya hablaré al respecto cuando tenga las letras en el bolsillo.


he aquí expresada mi molestia. de cualquier forma jotch tiene un tesoro nuevo.