
mí súbita fe en el último año de nuestra existencia.
el silencio definitivo de papá; la llegada, el accidente: la permanencia de los dinosaurios (mi detenimiento interminable en la segunda persona del singular); la más sorprendente acumulación de noches infinitas; mi adolescencia incansable, las aves cobardes y los conductores de autos miniatura; mi macbook pro, tuíter y el silencio incurable de esta habitación.
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sigamos alimentándonos de inmovilidad, pues. siga siendo el dos mil doce la promesa favorita de nuestro discurso.
imagen: jorge medina por ricardo luévanos (fotografía de manuel zúñiga)