2.3.08

[nueve.cero]

cuando jotch era un universitario -mi reino por volver a serlo- esporádicamente solía sufrir lo que denominaba como "fijaciones" -enamoramientos súbitos, infantiles e incuestionables, la gente no cambia-. algunas veces las fijaciones eran más imposibles que otras. alguna vez el dueño fue un locutor de radio que, tras haber ofecido una conferencia en mi escuela para mostrarse hermoso e inalcanzable, aparecía en la radio cada viernes por la noche para dolerme profundamente mientras un jotch habitaba su cama.


el locutor dejó ayer un mensaje en mi myspace...


qué extraña la consistencia del tiempo, qué distintas suenan las palabras sin voz.


*entre las fijaciones que por posibles dejaron de serlo puedo mencionar al que ahora es un reconocido monje budista. inevitablemente siento una especie de orgullo, a final de cuentas fue una muy bonita historia cuyo desenlace -al menos de un lado- es absolutamente memorable.


-foto: un jotch de entonces-

2 comentarios:

Celestina Tercioipelo dijo...

Así es, Jotch, así te las gastas. ¿Quién más cuenta entre sus fijaciones a un monje budista? No inventes... le ganas a mi cardiópata. Estás rayadísimo, me cae (y bien lindo en la foto).

Anónimo dijo...

"qué extraña la consistencia del tiempo, qué distintas suenan las palabras sin voz".

este texto se glosa él mismo... la escritura y el tiempo; la voz humana, el tiempo. ¿será que la palabra escrita es el punto más apartado de su propio origen, o es ella, en su silencio, el templo verdadero de un reencuentro? "¡qué extraña la consistencia del tiempo!" --sin duda, sin duda...

qué bonita entrada, hecha de luz presente, de la luz de otros tiempos: traducirla, imposible --hablo al azar.

muchos saludos.

pura magia, esta entrada...

f.