lamento mi interminable redundancia.
esa misma destreza de un jotch para colocar de manera indudable algunos de sus recuerdos en la categoría de fílmicos es la que lo conduce inevitablemente a la incapacidad de superarlos: a la condena vitalicia de esporádicas crisis de nostalgia.
en días como hoy en los que el pasado resulta dolorosamente perfecto, no es precisamente sano encontrarme, después de meses de completo extravío, con una de esas figuras tan inalcanzables, como hermosas e impecables -probablemente la única hasta ahora conocida en su categoría-.
un jotch siempre extraña y nunca supera del todo. el horizonte en tiempos como éste no hace más que recordarnos lo lejos que estamos ahora de aquellas circunstancias ridículamente entrañables de algún entonces.
¿alguien podría traer un poco a mi maestro de regreso?