1.5.07

[seis.dos]

mi habitación huele a una cotidianidad en plural que inevitablemente me llena de nostalgia cada veinte o veinticuatro minutos. me he descubierto entre las manos una necesidad casi insoportable de amistad simbiótica y femenina que en este momento está tan lejos como nunca antes.
de lo que sigue: mis ganas de superhéroes arácnidos, los repetidos intentos de orden y progreso, los cajones vacíos y las tardes muy posiblemente sobradas... con algo de suerte una voz que mi memoria ya parece extrañar se aparece por la colonia y me alimenta un poco las ganas que ya tienen gastadas todas sus promesas.
lo que sigue es mi visita a la funeraria y toda mi ropa limpia de nuevo.

1 comentario:

Celestina Tercioipelo dijo...

Las promesas deberían tener, aunque sea por disimulo, las mismas letritas que aparecen al final de los contratos. Igual no las leeríamos, pero por lo menos podríamos decirnos: no las vi por distracción.