jotch solía tener un jefe -posiblemente la persona más extraña que sus ojos han conocido hasta ahora-. una de las relaciones más particulares en su hisoria: entrañable, personal, sugestiva, admirada y empática.
con base en el miedo que su jefe era capaz de provocarle -casi absolutamente en el terreno de lo laboral- sumado al estancamiento de sus días, jotch decidió abandonar su empleo "consciente" de las mínimas o enormes implicaciones de su determinación. no, jotch no estaba consciente.
cabe ahora mencionar que, en su mayoría, los sueños de jotch no suelen ser precisamente surrealistas, son más bien una proyección sumamente próxima a los miedos o deseos más representativos de sus días. de esta manera, cuando un jotch atravesaba por la última etapa en el empleo mencionado, sufría de considerables problemas de sueño; sus pesadillas, casi todas sucedidas en la línea entre la conciencia y el sueño, tenían siempre involucrada la aparición de su maestro o los reproches del mismo. asimismo y desde hace tiempo, un jotch sueña -ahora sí en el horario habitual- con distintas versiones -miles de ellas- de un encuentro con el mencionado hombre...
es ahora que entramos al verdadero motivo de esta entrada: estoy convencido de que -muy probablemente con base en el enorme vacío de los días- nunca había extrañado tanto a alguien en mi vida -es un hecho que con el tiempo, los recuerdos suelen volverse impecables y dolorosos-. mi pregunta es: ¿en algún momento llega el día en el que uno, por cansancio, desgaste o convencida decisión, cede en el inmenso y doloroso extrañamiento de algo o alguien?
supongo que el movimiento, la seguridad y el amor a sus días serían muy buenas armas para un jotch que al día de hoy no hace más que habitar horizontes naranja.