Una diatriba contra Interstellar
Ni Stanley Kubrick ni Jorge Luis Borges, Señor Nolan. Su ambición finalmente rebasó mis límites concebibles. Interstellar es, antes que cualquier otra cosa, un cúmulo de vacíos. El guión es a todas luces embustero y perezoso. Los artificios visuales esta vez, además de reciclados, resultan tibios e insuficientes.
Rescato la estética de la tecnología que plantea (un vértice entre la austeridad y el mal gusto), el vértigo que provoca aquel planeta de agua (acaso el mejor momento de la película) y a Wes Bentley (en la foto de esta entrada), el más reciente agregado a mi colección de guapos.
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