el último retrato (más de la voz de los otros)
sean estos muros, al menos, una caja que almacene pertenencias ajenas. diré, de paso, que soy ahora un hombre emancipado: la señora que sueña con lozas y cortinas nunca se había sentido tan en casa.
Los ingrávidos (por Valeria Luiselli)
Sabía que no era bueno depositar ninguna clase de confianza en los objetos de una casa; que en cuanto nos acostumbramos a la presencia silenciosa de una cosa, ésta se rompe o desaparece. Mis vínculos con las personas que me rodeaban estaban marcados de igual manera por esos dos modos de la impermanencia: quebrarse o desaparecer.
(el origen, nuevamente, está en paulo gutiérrez. gracias a él y a la hermosa habitación de ramiro.)
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